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Internet gana terreno en los libros de estilo de los medios

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Internet gana terreno en los libros de estilo de los medios

Portada del Libro de Estilo de El PaísTradicionalmente, los libros de estilo de los medios de comunicación han constituido una valiosa herramienta de trabajo tanto para los redactores como para los estudiantes de Periodismo y los amantes en general del buen uso del lenguaje y de las normas  éticas que regulan la profesión.

Estos manuales son indispensables para el ejercicio de una buena praxis profesional y se convierten en auténticos códigos internos de las redacciones.  Contienen recomendaciones relacionadas con las normas lingüísticas y de ortografía,  así como sobre la elaboración y presentación de los contenidos.

Asimismo, se han convertido en un instrumento muy útil para los lectores, que pueden conocer mejor las rutinas de trabajo de los periodistas y los requerimientos a los que están sujetos. Un ejemplo de ello es la figura el Defensor del Lector, que, ante la quejas o sugerencias de la audiencia, recure permanentemente a los establecido en los libros de estilo para censurar o aplaudir la labor informativa de los periodistas.

Los libros o manuales de estilo de los medios vuelven a estar de actualidad porque en sus últimas ediciones van incorporando un catálogo de recomendaciones que tienen que ver con la actividad profesional en el entorno de Internet. Tal es el caso de dos publicaciones de medios de referencia, tanto en España como en Latinoamérica, como El País o la Agencia Efe, que han dedicado capítulos específicos a diferentes cuestiones relacionadas con el mundo digital.

La nueva edición del Libro de Estilo del diario El País (Editorial Aguilar), que ha visto la luz este mes de mayo, se adapta por primera vez de manera integral a la nueva era de Internet, con normas concretas para la edición de los textos en elpaís.com, que incluyen reglas sobre el manejo de vídeos, las noticias multimedia, los comentarios de los lectores y los problemas éticos que se derivan de las nuevas tecnologías.

El volumen incluye 119 términos relacionados con Internet y la informática, la mayor parte de ellos neologismos. La lista sirve para establecer las analogías necesarias ante nuevas voces de formación semejante que puedan presentarse (ya se trate de anglicismos, galicismos, tecnicismos, palabras procedentes de siglas o de abreviaciones, marcas comerciales, etcétera).

DERECHO AL OLVIDO

El nuevo mundo que se abre en Internet ha planteado también nuevas cuestiones éticas. Así, por ejemplo, el Libro de Estilo recoge el llamado derecho al olvido. Según una información publicada por el periódico, “ahora toda información es recuperable en Internet, y eso puede perjudicar de por vida a personas que cometieron algún desliz de juventud, alguna imprudencia de tráfico o algún delito menor, y pueden pagar por ello mucho tiempo después de haber cumplido condena y con mayor coste que la multa impuesta en su momento”.

A ese respecto, el manual de El País intenta “congeniar el derecho a la información y a la documentación con el derecho de cualquier individuo a rehacer su vida o a que se olviden algunos aspectos de su pasado. Y por ello establece ciertos criterios para el caso de que una persona reclame el borrado de una noticia, crónica o reportaje veraz que afecte a su imagen”.

El coordinador de la nueva edición, Álex Grijelmo, ha explicado que nunca se producirá el borrado de los archivos digitales de El País, pero se puede considerar la posibilidad de ocultar esa información a los buscadores de Internet.

15 AÑOS ATRÁS

“Además”, aclara, “la información debe haber sido publicada más de 15 años atrás respecto del momento en que se reclama su borrado y ha de perjudicar a la persona reclamante en su vida familiar o profesional”. Sin embargo, no se considerarán las reclamaciones “que afecten a hechos que figuren en sentencias firmes de los tribunales y se refieran a actos de violencia”.

Por lo que se refiere a la última edición del Libro del Estilo Urgente de la Aencia Efe, que data de 2011, Grijelmo, que entonces era el presidente ejecutivo, afirmaba en el prólogo lo siguiente: “Internet es un basural repleto de joyas. Moverse por la Red precisa más del discernimiento que de la habilidad. Y no todos los usuarios están adiestrados para separar la información fiable de los rumores y los bulos”.

“Una forma de empezar a discernir”, subrayaba, “consiste en observar la marca de origen: de dónde procede una información, qué firma personal o empresarial la respaldan. Y en ese empeño crítico nos ayudará también el observar cómo se ha tratado la noticia: ¿Están en ella todas las partes implicadas en el conflicto?, ¿se ha construido con vaguedad e imprecisiones, o con datos concretos y verificables?, ¿mezcla información con opinión?, ¿se ha escrito con distancia, o más bien con acaloramiento?, ¿falta algún hecho esencial para su correcta comprensión?”.

La tendencia parece clara. Internet se está ganando un hueco en los manuales de estilo de los medios tradicionales. Las profundas transformaciones que ha experimentado el trabajo de periodista y el manejo de los nuevos formatos digitales merecen tener cabida en esos manuales de estilo.

 

 

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